TESTIMONIOS SOBRE EL Dr. DIE GOYANES

POR FELIX SANTOS ORTEGA

ALFREDO DIE. EN BUSQUEDA DE LA EXCELENCIA


"Dormí y soñé que la vida era alegría.

Desperté y vi que la vida era servicio.

Serví y descubrí que el servicio era la alegría".

(Rabindranath Tagore. Premio Nobel de Literatura 1913)


Ha sido un privilegio que una gran parte de mi vida haya coincidido con la de Alfredo. Puedo asegurar que su alegría de vivir y su felicidad han sido una consecuencia directa de su vocación de servicio a su familia, a su profesión y al único y gran amor de su vida, Baby, su mujer y compañera en un recorrido vital feliz y pleno de éxitos. Se enamoró de ella una vez y ese sentimiento compartido les acompañó siempre hasta que la muerte les separó. Ese fue el voto que se hicieron y que cumplieron fielmente. Era la manera de ser del uno hacia el otro.

Todos los roles que le conocí los ejerció siempre buscando la excelencia. Empezó siendo un buen hijo en el seno de una familia estructurante con unos padres que le dieron las pautas para cuando más tarde tuviera que replicar el modelo.

Tenía vocación para la profesión que eligió y además estaba fuertemente motivado por una tradición familiar que había elegido la Medicina como un arte en el que aplicar el conocimiento, una ciencia en la que estar, procurando siempre un marco profundamente humano en la relación médico paciente.

Decía su hermano Carlos que Alfredo era "muy competitivo" y aunque este es un término muy aplicado a los deportes, es muy adecuado en el caso de Alfredo. Se esforzaba mucho en todo lo que le interesaba siempre buscando la excelencia. Y así sucedió que el éxito fue su compañero de viaje.

Llegó un momento en el que España se le quedó pequeña y decidió continuar su formación médica con los mejores del mundo. Se fue a los Estados Unidos y logró llamar la atención de unos maestros que le eligieron como uno de los mejores entre un numeroso grupo de colegas llegados de todas las partes del mundo. A su vuelta ejerció su magisterio y una nueva generación de cirujanos se benefició de sus conocimientos. También se convirtió en un profesional de referencia en su mundo.

A la hora de formar su familia y con el bagaje de un aprendizaje temprano obtenido de sus padres, también supo, junto a su querida mujer, implementar sus valores. Durante cuatro años tuve el honor de pertenecer a su familia. Viví de cerca su honestidad, su generosidad y su constante atención a las necesidades de su mujer y sus hijos. Su familia era una escuela de compartir.

Por eso de la causa efecto, los hijos de Alfredo Y Baby, Alfredo, María, Sara y Javier han recogido la esencia de su forma de ser y han hecho suyos sus valores. Siendo lo descrito anteriormente una gran satisfacción para un padre, se ha dado la circunstancia de que su hijo pequeño, Javier, ha continuado la tradición familiar y una saga de médicos con el apellido Die va a completar 100 años de Cirugía en España. Allá donde estén sus ancestros estarán muy orgullosos.

Cuando Alfredo iba a su colegio del Pilar podía ver sobre el arco de la entrada la frase de Sócrates "la verdad os hará libres". Esa búsqueda constante de la verdad le permitió a Alfredo construirse interiormente un mapa de la realidad por donde caminaba con seguridad y sabía siempre decidir lo mejor dentro de las diferentes coyunturas a las que se enfrentó en su realidad existencial, ya fueran familiares, profesionales o de cualquier otro tipo.

Ha sido muy triste decirle adiós a Alfredo. Nuestra mente no va a olvidar y le tendremos presente en nostalgias pasadas que nos servirán para ocupar el enorme vacío que su marcha ha provocado, pero también nos beneficiaremos de la red de relaciones humanas que dejo tras de sí. Él se hizo querer y también quiso mucho. A todos los que le quisimos nos gustará recordarle cuando nos reunamos.