TESTIMONIOS SOBRE EL Dr. DIE GOYANES

POR AMELIA DIE GOYANES

FAMILIA


Estoy segura de que mi hermano Alfredo Die Goyanes ha sido un gran cirujano, pionero y maestro. Sin embargo, yo no soy médica, ni siquiera científica y no sé cómo valorar su aportación que seguro ha sido grande a la medicina. Pero sí conozco a mi familia: es extensa, diversa, y tiene opiniones incluso encontradas. Pero estoy segura de que todos tenemos algo en común y eso es una palabra que a muchos por desgracia no les suena muy bien: cáncer.


Por suerte no como sufridores de la enfermedad, hemos tenido algunos trágicos casos, casi siempre de las familias adjuntas, casos muy tristes y dolorosos, pero pocos en relación a las más de 60 personas descendientes de mi padre José Die y de mi madre Maria del Carmen Goyanes (hija del médico José Goyanes). Pero en mi casa, mi padre hablaba de esta enfermedad con una gran naturalidad a la vez que piedad y bondad. MI padre nos llevaba de pequeñas los domingos a visitar a sus enfermos oncológicos y esperábamos en su despacho donde nos familiarizamos con términos como carcinoma o melanoma, Alfredo también hacía cosas parecidas con su familia. A mi casa venían los enfermos de cáncer a pasar la consulta y era normal ver encima de la mesa de comedor las publicaciones medicas sobre oncología. También era habitual pertenecer a la Asociación Española contra el Cáncer, salir con una hucha a pedir dinero, ser voluntario o voluntaria, ayudar en lo que podías.


No es extraño que muchos de mis hermanos y sobrinos siguieran la misma senda. Mis dos hermanas mayores: Gloria Die y María del Carmen Die fueron enfermeras, mi hermano Rafael Die investigó en el CSIC sobre cáncer y trabajó en análisis clínicos en el mismo campo; luego, mi sobrino Javier Die es cirujano y mi sobrina María Die es psiconcóloga. MI cuñado Alfonso Pérez también se dedicaba a la especialidad y otros más. Destacaba, desde luego, mi hermano Alfredo Die, meritorio cirujano formado en Estados Unidos y España y con todos los títulos científicos posibles para convertirse en el gran médico que fue.


Él era bastante mayor que yo, mi generación pertenece más bien a la de mis sobrinos mayores. Pero no importa, porque la oncología ha estado presente en mi familia siempre de uno u otro modo, a pesar de que algunos, como yo, hemos ido por muy distintos caminos profesionales. Hemos vivido en un nido, que puede parecer muy raro tal como es ahora a vida de las familias, en el que por un lado el trabajo y por otro la empatía con los que sufren este mal ha sido una base de nuestro carácter y relación. Y ahí es donde me he dado cuenta de lo que significa ser médico (o enfermero o investigador o psicólogo o voluntario) de esta enfermedad. Es algo distinto y humano, porque tiene que ver tanto con la bondad como con la agresividad, con la tragedia y con la alegría al mismo tiempo, con la vida y con la muerte a la vez. Seguro que muchos médicos que lean esto acerca de mi hermano Alfredo Die se encuentran identificados. Gracias a todos los que trabajáis o aportáis algo en este campo. Gracias Alfredo, hermano.